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Carreras

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Hoy sería un día especial para Bo, lo sabía desde hacía una semana cuando papá llegó a casa con la noticia más maravillosa del mundo, tenía boletos para la carrera de hoy. Por fin vería una carrera, pero no en una pantalla como hacía casi diariamente. Oh no, esta vez no habría nada entre él y esas extraordinarias máquinas de velocidad. Tanta era su emoción por el evento, que la noche anterior casi no pudo dormir. De haber sabido que sería su última noche tranquila, tal vez la hubiera disfrutado más.

Para Bo era usual experimentar cosas que no entendía completamente, pero lo más extraño hasta ahora era la semana más terriblemente larga de sus 6 años y medio de vida seguida de unas cuantas horas que parecieron escurrirse entre sus dedos como agua. Era como si el tiempo hubiera acelerado junto con los corredores al oír la señal de arranque.

Después de lo que pareció un suspiro, Bo se encontraba saliendo del lugar maravilloso donde ocurrían las carreras en los hombros de papá. El espectáculo que acababan de observar lo había hecho inmensamente feliz y no paraba de revivir momentos y discutir detalles con él hasta que algo llamó poderosamente su atención. Había sido por un instante y no estaba seguro, pero le pareció ver a alguien vestido de negro observarlo fijamente entre la multitud que abandonaba las instalaciones.

Por un momento dejó de hablar y miró en dirección de la extraña figura, pero ya no estaba allí. Trató de elevarse aún más en la ya privilegiada posición que le daba su interlocutor pero no alcazaba a distinguir más que a otros jóvenes que viajaban como él.

Había olvidado de qué hablaba al ser interrumpido, pero papá se lo recordó y continuaron platicando hasta que las carreras volvieron a tomar el control absoluto de sus pensamientos y la figura de negro quedó olvidada.

Después de una jornada tan felizmente agotadora Bo se durmió rápidamente, pero su día no había acabado aún. Faltaba la última carrera, la que tomaba lugar en sus sueños y en la que él era el único conductor.

Corría a toda velocidad en una selva densamente poblada por plantas de un verde intenso que solo era superado por los varios colores de las aves que pasaban volando por entre las ramas. Terribles bestias saltaban sobre él pero las evadía, luego se acababa la selva e iniciaba un terreno congelado lleno de rectas resbaladizas y curvas con picos de hielo amenazantes. El frío del ambiente no parecía afectarle, así como tampoco le molestó el calor intenso que tomó su lugar cuando entró a una cadena de volcanes repleta de ríos de lava que evadía saltando sobre elevaciones en el suelo que usaba hábilmente como rampas.

En sus sueños, Bo corría por las partes que se veían más emocionantes sin necesidad de seguir una pista como en las carreras que veía en una pantalla, pero ahora se encontraba en medio de dos hileras interminables de piedras que sobresalían del suelo. ¿Cuánto tiempo llevaba siguiéndolas? No estaba seguro, pero ahora parecían dictar su curso y aumentar en altura conforme seguía su carrera. Bo pensó entonces que solo necesitaba otra rampa para brincarlas y ser libre, pero al tomar una curva el sol quedo frente a él y lo cegó. Rápidamente colocó una mano frente a sus ojos para protegerlos mientras seguía corriendo.

Después de un momento asomó ligeramente la vista por entre sus dedos para observar el camino, se trataba de una recta delimitada por esas dos hileras extrañas de rocas y en cuyo centro se encontraba, demasiado cerca, la figura oscura que había visto ese día.

Bo intentó inmediatamente evadirlo pero las rocas eran ya más altas que un muro y lo regresaron a su trayecto con un golpe, para cuando intentó frenar ya era demasiado tarde. La figura había dado un paso hacia un lado y puesto en su camino algo grande y pesado con lo que Bo no pudo evitar chocar.

El golpe fue terrible, mandando al auto a girar en el aire. Por un instante Bo no supo nada excepto que su mente se sacudía sin control. En las raras ocasiones en que sus sueños se desviaban de lo agradable, era un suceso como aquel el que marcaba el regreso al mundo de las carreras en pantallas, pero cuando abrió los ojos se dio cuenta que seguía en el interior de su vehículo de carreras soñadas, solo que ahora estaba volcado y deformado por la colisión. Peor aún, nuevamente estaba de frente a la figura oscura, ahora podía ver qué había puesto frente a él, se trataba de un martillo enorme. Incluso estando de cabeza, Bo pudo ver que el mango era tan alto como su dueño y la cabeza tan ancha como sus hombros.

Bo sintió una oleada de miedo al ver esa arma e intentó abrir la puerta de su vehículo pero estaba atascada, volvió a observar la figura oscura y se dio cuenta de que caminaba hacia él con el martillo en las manos, quería verle el rostro pero se forzó a regresar su atención a la puerta que negaba a abrirse. El pánico comenzaba a invadirlo y decidió que podría salir por la ventana, que antes había tenido un vidrio.

Sacó su cabeza pero cuando quiso mover el resto de su cuerpo notó que se lo impedía el cinturón de seguridad. Papá siempre le decía que esa era la parte más importante de un automóvil de carreras y por eso era una constante incluso en sus sueños, pero ahora no lo dejaba huir. Acercó una mano temblorosa al seguro del cinturón y lo presionó, el sonido del mecanismo al soltarse le alivió por un momento, pero cuando la correa fue libre se enroscó su mano y en sus hombros. Antes de darse cuenta de qué ocurría, Bo estaba fuertemente amarrado al asiento, con la cabeza asomándose por la ventana.

Entonces Bo escuchó dos pasos colocarse juste enfrente de él, inundado por el miedo volteó tanto como pudo y observó que la figura estaba allí, observándole con un rostro que solo tenía dos ojos y carente de todo rasgo, puesto que esos ojos que lo miraban fijamente decían todo lo que tenía que expresar: Era el fin del camino.

Bo quería gritar, quería llorar y quería escapar de allí para no regresar jamás, pero no pudo hacer nada de eso, solamente miró impotente como la figura alzaba pesadamente el martillo para azotarlo con fuerza inverosímil sobre su cara.

Bo no volvió a despertar jamás.
La primera de una serie de cuentos cortos.
Versión en inglés disponible en Races
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